Protección solar y bronceadores – Picaduras y mordeduras en el mar – Zipi y Zape TDHA
Uno de los planes favoritos de muchos durante las vacaciones es dedicarle un tiempo a broncearse para adquirir un tono de piel más bello con el cual cautivar a todos; ahora bien, para esto es importante protegerse de los rayos del sol.
Y para tal fin existen los bronceadores, que además de evitar problemas como resequedad, arrugas prematuras y manchas, por nombrar solo los de carácter estético, permiten que la piel adquiera bellas tonalidades.
En la actualidad existen en el mercado varios tipos de bronceadores que responden a distintos tipos de color y sensibilidad de piel, así que te vamos a aconsejar para que elijas el que más se acomode a tus necesidades.
Factores importantes de los bronceadores
Para que elijas el bronceador perfecto para ti, debes tener en cuenta dos factores muy importantes, tu tono de piel y el factor de protección solar (FPS), este último es el que permite estar más tiempo bajo el sol sin sufrir sus efectos nocivos.
Para ponerlo en términos más prácticos supongamos que nuestra piel puede estar hasta 15 minutos al sol, sin comenzar a enrojecerse y le aplicamos un bronceador con un factor de protección 5, pues bien, basta con multiplicar ambas cifras (15×5) lo que no da un total de 75, esos serían los minutos en promedio que podríamos estar expuestos al sol.
Esta sensibilidad de la piel tiene que ver con el fototipo, que es la capacidad de la piel para asimilar la radiación solar. Entre menor sea el número, menos tolerancia se tiene y mayor protección se requiere; bajo esta premisa podemos encontrar protectores solares con protección muy alta, alta, media y baja.
Pero a esta cifra la afectan otros factores como aplicar el protector por lo menos una hora antes de broncearse, volvérselo a aplicar después de bañarse o sudar y re aplicarlo por lo menos cada dos horas.
Eligiendo el bronceador ideal
Ahora que ya tienes claro estos dos aspectos te vamos a dar algunos consejos para que elijas el protector solar más adecuado para ti. Ten en cuenta que se recomienda que para todos los tipos de piel el tiempo para broncearse no exceda los 20 minutos cada día y que debes comprar un bronceador con protector solar.
Piel muy sensible
Son las pieles que son muy blancas y extremadamente delicadas a los rayos solares (fototipo 1); en estos casos los protectores deben tener un factor de protección superior a 50; de hecho, son más recomendables los bloqueadores solares que los bronceadores.
Pieles claras
Siguen siendo pieles sensibles pero toleran un poco más las inclemencias del sol, por lo que ya pueden escoger un bronceador cuyo FPS esté entre 20 y 50.
Los tonos recomendados para estos tipos de piel incluyen los bronceadores de un amarillo pálido, cuidando de no adquirir un color naranja muy marcado.
Si tu piel es blanca, pero tiene tonalidades amarillas escoge bronceadores con color amarillo cálido; el melocotón o el albaricoque son una buena opción; para las pieles de tonos rosados buscar tonos similares, como el rosa luminoso.
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Pieles Trigueñas
Después de un correcto bronceado, este tipo de piel toma un tono chocolate, que se adquiere gracias a productos con FPS nivel 20.
A estas pieles les sientan bien los bronceadores con colores cobre, tierra, miel o de manchas doradas, teniendo en cuenta que entre más clara la piel, más claro debe ser el tono de dicho bronceador.
Pieles oscuras
La creencia de que estas pieles no se queman es totalmente falsa, lo que sucede es que no se notan los efectos del sol y son más resistentes, pero pueden llegar a desarrollar las mismas consecuencias a largo plazo si se abusa de la exposición al sol.
El bronceador para este tipo de pieles debe tener entonces un FPS de por lo menos 10, prefiriendo escoger tonos marrones y rojizos; ahora bien, si tu piel oscura tiene tonos cálidos, escoge bronceadores con colores entre ámbar y canela, pero si tu piel tiende a los tonos fríos busca bronceadores color chocolate.
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Como consejo final no está de más que consultes con tu médico o especialista el factor de protección que necesitas de acuerdo con tu fototipo, y así evitar molestas y dolorosas sorpresas.
El Doctor Iván Carabaño del Hospital 12 de Octubre de Madrid, nos habla sobre las picaduras que se producen en verano en el mar.
Todas las personas que visitan un litoral marítimo se exponen a accidentes derivados de la picadura, mordedura o contacto con los diversos animales que habitan en el mar; esta revisión se centra en los animales marinos que inoculan veneno. Los motivos de esta exposición pueden ser simplemente lúdicos o deportivos, como ocurre con los bañistas o los buceadores, o profesionales, como ocurre con los pescadores, pescaderos o navegantes.
La gama de especies que pueden causar problemas toxicológicos es muy amplia; entre ellas se encuentran las medusas y otros cnidarios, como las anémonas de mar o los erizos; y algunos peces, como el pez araña, la escórpora, la raya o el torpedo.
El riesgo ante estas exposiciones se incrementa muchas veces por falta de información o conocimiento, como en el caso de la inmensa mayoría de los bañistas, pero también por falta de prevención y de adquisición de hábitos de precaución en los profesionales. Por tanto, es necesario insistir en la adopción de medidas preventivas, como puede ser la utilización repetida de cremas solares en los bañistas, que además de una protección eficaz frente a las radiaciones solares, es una excelente medida para prevenir las afecciones cutáneas frente a organismos urticantes como las medusas.
Las medusas son, en su inmensa mayoría, organismos marinos. En determinados periodos del año, especialmente en primavera y verano, las especies de medusas oceánicas son arrastradas hacia la costa. A su vez, en el Mediterráneo existen especies de medusas que cumplen todo su ciclo de vida en las costas y la fase medusa se encuentra presente fundamentalmente en la misma época del año.
Una de las principales características de las medusas es que poseen unas células urticantes conocidas con el nombre de cnidocistos o nematocistos, que miden de 2 a 50 µ de diámetro y que alcanzan su máxima concentración en los tentáculos, donde puede haber de 105 a 106 células por cm2. Se disparan por simple contacto o por cambios de presión o de temperatura. Los accidentes se producen con mayor frecuencia al contactar accidentalmente con ellas durante el baño en el mar, y se suele producir con medusas ya muertas o con restos de ellas. Después de un temporal, por ejemplo, pueden quedar varadas sobre la playa y producir sintomatología al ser pisadas o tocadas con las manos o los pies.
El contacto con los tentáculos de las medusas causa lesiones cutáneas y, muy excepcionalmente, manifestaciones generales. Las reacciones locales pueden ser lineales, multilineales o serpiginosas, con erupciones cutáneas persistentes (días o meses), con eritema, edema, petequias, reacciones urticariformes, incluso urticaria papular, vesículas y purito local con dolor intenso. En la especie conocida como carabela portuguesa, las lesiones cutáneas pueden evolucionar hacia formaciones queloides.
La primera sensación en el momento de la picadura es muy similar al dolor causado por la quemadura de un cigarrillo. En una segunda fase, las erupciones pueden ser persistentes o recurrentes (fig. 6) y causar una sintomatología sistémica con calambres, náuseas o vómitos. La evolución habitual y espontánea es hacia la remisión de la afectación cutánea en pocos días, aunque en algunas personas el dolor puede persistir durante semanas. Las primeras reacciones al veneno son más tóxicas que alérgicas, ya que el dolor ocurre inmediatamente después de la incidencia. Excepcionalmente, el veneno puede pasar a la sangre y dar lugar a síntomas sistémicos. Las reacciones tardías son de tipo inmunológico. También se conocen algunos casos de reacciones anafilácticas que pueden generar síntomas graves que requieren hospitalización.
El tratamiento de las picaduras puede variar levemente de una especie a otra. En general, una vez se ha producido la picadura, las medidas que se deben adoptar son, por este orden:
• Procurar no rascarse ni frotar sobre la zona en la que se nota el resquemor o el dolor intenso.
• No lavarse con agua dulce, ya que el cambio osmótico haría que se disparasen más cnidocistos, pero sí con agua salada.
• Salir del agua y procurar apartar de la piel, si es posible con guantes o pinzas, los restos de tentáculos visibles.
• No secarse la piel con toallas ni utilizar arena.
• Aplicar lo antes posible compresas frías de 5 a 15 minutos. Pueden prepararse con una bolsa de plástico llena de hielo. No se debe aplicar la pieza de hielo directamente sobre la piel, ya que haría el mismo efecto que el agua dulce. El objetivo de esta crioterapia es favorecer la desnaturalización de la toxina y evitar que pase a la sangre, excepto en el caso de la carabela, en que se precisa calor para desnaturalizar el veneno.
Con las medidas comentadas y aplicadas con prontitud (dentro de la primera hora), se pueden solucionar en la misma playa más del 90% de los casos. Si las molestias continúan, y especialmente si se acompañan de temblores, náuseas, mareos o dolor intenso, se debe proseguir con antihistamínicos por vía oral o parenteral, que se aconsejan también en las erupciones cutáneas persistentes. El dolor se controla con antiinflamatorios no esteroideos. Si lo que se aprecia es una urticaria papular, se recomienda aplicar corticoterapia. El diazepam puede ser útil para reducir la ansiedad que con frecuencia acompaña a estas picaduras. También hay que revisar la inmunidad antitetánica. Las heridas pueden sobreinfectarse y necesitar tratamiento antibiótico. Está indicado reposo relativo, y si los calambres y los dolores persisten, se aconseja una valoración hospitalaria.
Cualquier tipo de barrera natural para evitar el contacto de la piel con la medusa será la mejor medida de prevención, como pueden ser las cremas solares, la vellosidad y la superficie cubierta por el bañador.
Las arañas de mar son peces de cuerpo alargado y comprimido lateralmente, con una boca grande y oblicua dotada de afilados dientes, y con un opérculo que cubre sus agallas y que tiene una espina central característica. La primera aleta dorsal es corta y está compuesta de espinas conectadas a glándulas que segregan un líquido limpio y azulado que es muy venenoso. La mayoría de las arañas miden entre 15 y 45 cm. Todas las especies tienen los mismos hábitos de vida, y se hallan muy cerca del fondo, sobre diversos sustratos, como la arena, el fango o la grava, preferentemente en la zona litoral. Se entierran en el fondo y dejan al descubierto los ojos y el extremo de la aleta dorsal.
El veneno es una mezcla de proteínas con capacidad antigénica, mucopolisacáridos y enzimas (fosfatasas, lipasas, proteasas) que produce una intensa irritación local que puede llegar a provocar necrosis. Los casos mortales son excepcionales y de patogenia anafiláctica, y algunos se han producido en España.
La picadura causa un dolor local instantáneo, muy intenso y que se va incrementando durante los siguientes 60 minutos. El dolor llega a irradiarse a toda la extremidad y puede acompañarse de manifestaciones vegetativas (náuseas, vómitos, boca seca, sensación de mareo) y elevación térmica. Localmente se produce una tumefacción y puede llegar a producirse una necrosis. Algún enfermo puede agitarse y, excepcionalmente, presentar síncope o convulsiones. La herida puede infectarse, y las molestias locales pueden persistir durante meses.
El mejor remedio contra la picadura consiste en aproximar el extremo de un cigarrillo encendido al punto de inoculación durante varios minutos, o sumergir la zona afectada en agua muy caliente (unos 45 ºC), ya que las toxinas son termolábiles. El baño con agua caliente tiene que durar al menos media hora. El dolor es tan intenso que puede precisarse anestesia local y/o analgesia general. La herida debe limpiarse y desinfectarse hasta que cicatrice, y hay que asegurarse de que no han quedado restos fracturados de la espina. No es necesario administrar antibioterapia profiláctica, aunque debe emplearse si se infecta la herida. En algunos casos se aconseja la aplicación de cremas con corticoides cuando la afección cutánea es muy persistente. Debe revisarse el estado de inmunidad antitetánica.
Las anémonas y actinias son animales marinos de aspecto característico, dotadas de unos tentáculos prensores parcialmente retráctiles y con cnidocistos, las mismas células que tienen las medusas, y que sirven tanto para la defensa como la captura de presas, además de ser capaces de inocular un líquido tóxico urticariforme. Miden de 10 a 20 cm y su aspecto floral y ligero las hace de apariencia inofensiva. Suelen estar adheridas a las rocas, y los accidentes se producen al contactar con ellas durante el baño en el mar. Las especies más comunes son la anémona común (Anemonia sulcata) y la actinia (Actinia cari).
Las lesiones suelen ser menos importantes que las producidas por las medusas. Se caracterizan por una sensación dolorosa y quemante, con eritema, prurito y reacción urticariforme. Excepcionalmente puede estar presente una sintomatología general con náuseas, vómitos o postración. Se han descrito casos mortales debido a una hepatitis fulminante.
Se recomienda empapar la zona afectada con vinagre o alcohol con el objeto de inactivar los nematocistos y, a continuación, desenganchar los tentáculos o filamentos mediante un raspado cuidadoso con el borde de una tarjeta de crédito u objeto similar, o preferentemente unas pinzas. La zona puede lavarse suavemente con agua de mar, evitando el agua dulce, que podría provocar la descarga de los nematocistos. El mismo tratamiento de frío propuesto para las medusas se puede aplicar a las picaduras de estas especies. Asimismo, se debe desinfectar la piel para evitar infecciones posteriores. Sintomáticamente pueden utilizarse antihistamínicos y analgésicos.
Los erizos de mar pertenecen, como las estrellas de mar, al tipo de los equinodermos. Son de forma esférica y miden unos 5-10 cm de diámetro. Casi toda su superficie está recubierta de púas, a excepción de la cara basal, por la que se adhieren a las rocas. Provocan accidentes al pisarlos paseando por playas rocosas o al cogerlos con las manos.
En los erizos hay que distinguir dos formaciones superficiales: las espinas, que son los elementos más característicos, y los pedicilios y pies ambulacrales, que son unas pequeñas glándulas fijadas al caparazón, entre las espinas, y que pueden poseer una sustancia venenosa. En el Mediterráneo se conocen once especies diferentes de erizos, pero solo tres son frecuentes en nuestras costas: el erizo negro (Arbacia lixula), el erizo marrón o rojizo (Paracentrotus lividus) y el erizo violeta (Sphaerechinus granularis).
Las heridas punzantes producidas por los erizos son muy dolorosas, con la particularidad de que las púas o espinas suelen romperse y quedar fragmentadas en el interior de la piel, donde se comportarán como un cuerpo extraño y pueden dar lugar a la formación de granulomas, quistes y abscesos. Sin embargo, se considera que poseen escasa toxicidad.
En caso de herida, las espinas deben ser retiradas. La extracción debe hacerse con una aguja o alfiler y sobre todo con la piel mojada con agua salada, nunca agua dulce. Para facilitar la extracción de las púas y la disolución de las mismas habría que empapar la herida con compresas de vinagre. También se debe revisar la profilaxis antitetánica. La cura tópica puede hacerse con crema con corticoides. El dolor se combate con analgésicos.
Tal como ocurre en la realidad, también en el cine a los niños con TDAH se les etiqueta muchas veces de niños traviesos o difíciles, sin precisar ni ahondar más allá de una simple conducta. Ahora sabemos que el TDAH es un trastorno del neurodesarrollo fácilmente controlable con tratamiento farmacológico y psicoeducativo adecuado, en la mayor parte de los casos. Sin embargo, solemos estigmatizarlos por no entender su problema. Lo vemos fuera y dentro del “cuadro”. En el cine hay muchos ejemplos de niños tachados de difíciles o de inquietos.
Zipi y Zape
Estos hermanos inquietos descubrirán, gracias a su inteligencia y valentía, un misterioso secreto oculto en el colegio Esperanza, donde son internados. Probablemente en los cómics se visualiza mejor la hiperactividad e impulsividad de los mellizos. En la hora y media de metraje solo se evidencia a un grupo de escolares ávidos por vivir emociones sin que se ponga de manifiesto signos que nos hagan sospechar la existencia de algún trastorno del neurodesarrollo.
Nos acompaña Ángel misionero del Congo, que nos habla del programa de acogida de niños de la calle.