Hernán Cortes y sus trescientos hombres, acompañados de Doña Marina o Malintzin y centenares de totonacas, ponen sus ojos en Tlaxcala, un territorio independiente enfrentado al poder del Gran Señor Iracundo de Tenochtitlan.
El largo viaje hasta sus murallas, vigilado muy de cerca por los espías de Moctezuma, ha de servir para preparar una de las claves fundamentales que explican el triunfo final de Cortés ante el imperio Mexica, la alianza con la Confederación tlaxcalteca.
Pero la meta no será fácil y habrá de pagarse con mucha sangre dentro de las fronteras de un pueblo guerrero, que había sido capaz de resistir al gran poder de Mesoamérica durante décadas manteniendo su libertad, y que a la postre iba a marcar su destino para siempre. Nuevo paseo por la historia de #ElAbrazodelOso.