El desarrollo tecnológico del ser humano muchas veces ha estado limitado por nuestra capacidad para obtener energía de distintas fuentes, y de comprender la estructura del universo.

Desde los primeros usos de la energía química para dominar el fuego, hace entre 1,7 y 2 millones de años por parte del Homo erectus, hasta el uso de la energía eólica para facilitar los viajes marítimos o moler el grano, pasando por el uso indirecto de energía bioquímica de los animales de carga, el descubrimiento de nuevas fuentes energéticas ha conllevado cambios esenciales en nuestro modo de vida y en nuestra realidad tecnológica y social.

En esta ocasión en #ElAbrazodelOso hablan de una poderosísima fuente de energía encerrada en lo más profundo del núcleo de los átomos. A la vez ubicua y evasiva; primordial y fugaz: la energía nuclear.